Simbología Tattoo
DEMONIOS
La palabra "demonios" deriva del griego daimon que quiere decir "espíritu" o también "ser que distribuye" o también del sánscrito dasmant, que significa "sabio". La figura de los demonios está presente en el imaginario de todos los pueblos del mundo desde épocas remotas, y su representación iconográfica sigue desde siempre dos directrices principales: la occidental y la oriental. En el mundo del tatuaje es muy frecuente el diseño y tatuado de los diferentes tipos de figuras demoniacas, aquí os ofrezco las más importantes representaciones
EL DEMONIO OCCIDENTAL
En la cultura occidental, la figura de los demonios ha dado vida a una verdadera disciplina teológica: la demonología, que se ocupa de estudiar los atributos de los demonios y su jerarquía.
Hay que especificar, sin embargo, que la actual representación común del concepto de demonio está influenciado casi totalmente por la tradición cristiana, que ha absorbido todos o casi todos los motivos estéticos e históricos de la demonología, dándole un orden en línea con los propios dogmas.
Hoy, cuando se representa un demonio, se le da casi siempre el rostro y las facciones de Satanás (del hebreo shi-tan, es decir, "enemigo", "adversario" o también "calumniador") cabeza suprema de la tradición bíblica. En realidad, la imagen que tenemos del supremo adversario de Dios es falsa y es fruto de clamorosos errores históricos y pictóricos.
Según el Antiguo Testamento, de hecho, los demonios son ángeles caídos, derrotados por los ejércitos de ángeles que se mantuvieron fieles a Dios (Jehová) en la gran rebelión capitaneada por Lucifer antes de la creación de Adán y Eva y del Paraíso Terrestre. De los ángeles, por lo tanto, han mantenido el aspecto y las prerrogativas, apenas modificadas por su nuevo estado. Sin embargo, como ocurre a menudo, cuando un pueblo se impone sobre otro mediante la fuerza, se tiende a demonizar las creencias religiosas de los vencidos, para cancelar la cultura y la identidad nacional. El demonio occidental se divide en cuatro representaciones principales: la diablesa, la cabra, el diablo alado y el tentador.
La diablesa se asocia, a menudo, al fuerte sentimiento anti-femenino y de sexofobia difundido en la Europa medieval de la caza de brujas, pero su origen se encuentra en la figura de Lilith, primera mujer de Adán y divinidad de la tierra especialmente venerada en Mesopotamia. Casi siempre es de color rojo o va vestida de rojo, ya que se creía que había nacido del fuego y era capaz de desencadenar en los hombres las pasiones más violentas. La iglesia de los primeros siglos, fuertemente contraria al culto de Lilith, (particularmente difundido en los campos del Medio oriente y de Anatolia) le atribuyó lentamente características negativas de tentadora y encarnación del mal, portadora de enfermedades venéreas y esposa del Diablo.
El diablo con cabeza de cabra es también hijo de una transfiguración religiosa, además de la representación demoniaca occidental más difundida. También en este caso, el aspecto del diablo ha sido copiado de una o más divinidades, cuyo culto quiere eliminar la iglesia. Se trata del griego-latino Pan, dios de la fecundidad y los campos, cuyos rasgos más evidentes son el físico, mitad hombre y mitad Aries, y la desmesurada atribución fálica, símbolo de fertilidad. Los cultos antiguos de la fecundidad en la zona del Mediterráneo ven, de hecho, en el centro de las propias liturgias siempre dioses con aspecto caprino o taurino y dichas características son traducidas en atributos demoniacos por la cultura monoteísta, junto a su impetuosa y salvaje sexualidad.
El diablo alado, sin embargo, es la figura que más mantiene los contactos con el origen angelical de los demonios. Es de origen medieval y va al unísono con la figura de los ángeles representados como seres andrógenos, con alas hechas de plumas blancas, cabellos rubios y claras túnicas. En este caso, el demonio es la parodia de un ángel, alas de murciélago (a menudo acabadas en garras o ganchos), dientes agudos, completamente desnudo y dotado de cuernos, símbolo del conocimiento y por tanto, del acto de rebelión hacia Dios. No tiene origen, en cualquier caso, en la representación de Lucifer o de sus discípulos, sino en la representación histórica de Baal, divinidad adorada por los fenicios y los filisteos. Los hebreos le llamaban Baal´zebub (señor de las moscas o señor que vuela) y se creía que sus fieles le sacrificaban todos los años un cierto número de niños.
El tentador, por último, es calcado de la figura de Mefistóteles, antiguo demonio hebreo cuyo origen etimológico se pierde en el tiempo, a quien la tradición cristiana ha atribuido la tarea satánica de pervertir las almas de los justos. Está siempre vestido de manera elegante y moderna, a menudo tiene bigotes y barba muy cuidados y unos cuernos muy cortos que traicionan la naturaleza diabólica, además de la célebre mueca.
¿Y Lucifer? Aunque parezca extraño, no ha tenido nunca una representación gráfica constante y uniforme en el curso del tiempo, hasta tal punto que su verdadera iconografía hoy se desconoce casi totalmente
EL DEMONIO ORIENTAL
El proceso de "demonización" de la cultura y de las divinidades de un pueblo enemigo se encuentra intacto en las tradiciones orientales. Las tradiciones demonológicas orientales pueden subdividirse en tres grandes grupos iconográficos: indo-persa, chino y japones-polinesio.
Los Asura y los Deva, demonios indo-persas, asumen características benignas o malignas según quien los evoque. Los aura son históricamente el conjunto de divinidades y espíritus de las poblaciones arianas del Caúcaso y de Persia, históricamente en conflicto con las dravídicas (o hindúes) del sub-continente indio y del Golfo de Bengala cuyas divinidades se llaman precisamente Deva. Un ejemplo para todos es representado por la diosa Kali, divinidad femenina, objeto de veneración en toda la India e indicada como la gran enemiga de los gigantes-demonios Asura, de cuya sangre se nutre. En la tradición iraní-persa, tomada sin grandes variaciones del islamismo, Kali es, sin embargo, un monstruo protector de los homicidios y de los traidores, de las enfermedades y de los inferiores. También la iconografía se adapta. En occidente, en el árabe persa, Kali y muchas otras divinidades son representadas hasta la segunda postguerra con diversos pares de brazos, armados de garras, rostros monstruosos y collares de calaveras alrededor del cuello.
En China, los demonios no se distinguen mucho de las divinidades primigenias e incluso la difusión de grandes tradiciones filosóficas como el budismo, el taoísmo y el confucionismo no han cambiado el horizonte psíquico chino en sus representaciones demonológicas, casi siempre personificaciones de incontrolables fuerzas de la naturaleza. La más interesante y difundida es seguramente Sun-Wukong (o también Sun-Huozi). Sun-Wukong es el Dios-mono o también el Rey de los monos. A menudo, representado con una armadura y una espada ensangrentada, es el centro de muchos mitos chinos y representa una fuerza ancestral. Sun-Wukong está a la cabeza de un grandísimo ejército de demonios con los rasgos de mono o con aspecto vagamente humano, pero con evidentes facciones animalescas, siempre ocupados de alimentarse de las carnes de los hombres y de los enemigos asesinados.
Japón, por último, comparte muchas creencias y figuras mitológicas con la zona de la Polinesia. Los demonios japoneses son llamados Oni y son de color rojo, negro o verde (los colores del infierno japonés). Tienen bocas anchísimas y llenas de dientes curvados y su líder es denominado Onigamisawa (u Onigamisama) pero su figura se confunde con la de Tengu, el Dios de la montaña, perennemente en lucha contra el eterno rival, el héroe Shoki. Se trata de un objeto extremadamente presente en el arte japonés y en el tatuaje, representado integralmente en la película La Guerra de las Galaxias "La Amenaza Fantasma" por el personaje de Darth Maul (el termino maul o mauli indica un demonio en muchas lenguas de Polinesia). Otro objeto repetido en el tatuaje oriental es el Shozan No Shin (llamado también Shokuin), demonio con forma de dragón con la cabeza humana y barba, portador de destrucción y de hielo. Son muchos los estudios que consideran, en cualquier caso, que los Oni son la transfiguración de divinidades adoradas en la época prehistórica por pueblos nativos de las islas japonesas, sustituidas en el curso del tiempo, como siempre ocurre, por aquellos que actualmente llamamos "demonios".